LAS TRES ÚLTIMAS MEJORES EXPOSICIONES DE TÀPIES

Queríamos hacer mención a una de las mejores exposiciones del artista: Tàpies. Retrospectiva en el MACBA, que se pudo ver en el año 2004. Una de las que describe mejor la trayectoria artística del maestro desde el año 1943 hasta el 2003, con un total de 180 obras expuestas.

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Cartel del tríptico de la exposición

Este año 2013 hemos sido afortunados al poder disfrutar de las siguientes exposiciones:

Antoni Tàpies. Desde el interior. Esta exposición se ha realizado a la vez en dos museos distintos: la Fundació Tàpies y el MNAC. En total entre los dos museos recogen ciento treinta y cuatro obras, realizadas en 1923-2012. El comisario de la muestra, Vicente Todolí,  hapodido mostrar al público obras que el artista tenía guardadas en su taller, pertenecientes a su colección particular, así como algunas pinturas de su última etapa. En el MNAC se encontraban los grandes formatos, y en la Fundació se daba acogida a los objetos cotidianos y los materiales pobres.

Antoni Tàpies. Del objeto a la escultura (1964-2009). En el Museo Guggenheim de Bilbao, la exposición se puede visitar del 4 de octubre de 2013 al 19 de enero de 2014. La obra escultórica de Antoni Tàpies siempre se ha visto eclipsada por el éxito de sus pinturas. Las muestras de sus esculturas han sido escasas y muy dispersas en el tiempo; además, tampoco ha ayudado que muchos de estos trabajos formasen parte de colecciones privadas. Por esa razón el comisario Álvaro Rodríguez Fominaya ha podido recopilar un total de casi un centenar de obras del artista.

Antoni tàpies. Retrospectiva. Queríamos hacer mención especial a la primera gran retrospectiva del artista. Fue la definitiva y más completa exposición retrospectiva de Antoni Tàpies. Abrió sus puertas al público el día 18 de febrero de 2004 en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA). El Rey inauguró esta muestra, que reunió hasta el 9 de mayo de 2004 ciento ochenta obras del artista, en una rigurosa selección que incluyó buena parte de sus piezas más emblemáticas, un tercio de las cuales no se habían exhibido antes en Barcelona.

El artista, cansado pero visiblemente contento, explicó algunas claves de su trabajo, en el que siempre hay como telón de fondo la referencia a los valores “relativamente permanentes” del hombre. “Pero yo no hago descripciones ni doy soluciones: cada espectador tiene que encontrar su camino”.

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El catálogo razonado de las obras del artista contabilizó ya cerca de 8.000 obras. “Hablo de acá, no de allá“, explicaba  el artista, para quien su intento de “sacralizar” las cosas pequeñas y sencillas se enmarca en esa tradición, tan franciscana, de considerar tan importante un guijarro como una catedral”.

Esta exposición fue “la más grande y completa, intensa y obsesiva que se ha hecho de su obra, explicó  Manuel Borja-Villel, director del museo y comisario de la muestra.

El carácter retrospectivo de la muestra se rompe en ocasiones a lo largo del recorrido, para mostrar el movimiento circular de algunas de sus obsesiones, a las que vuelve una y otra vez a lo largo de su extensa trayectoria.

“A veces digo que soy un artista que ha pintado un mismo cuadro a lo largo de toda su vida”. “Hay unas constantes que se mantienen y que responden a una cierta visión del universo”. Con todo, aunque siempre es Tàpies, en la exposición puede apreciarse laevolución y la diversidad de registros que ha utilizado el artista a lo largo de su trayectoria.

La exposición comienza de manera provocativa con una serie de piezas de los años setenta en las que el artista utiliza objetos pobres y cotidianos:

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Escritorio con paja (1970)

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Armario (1973)

En este mismo espacio se muestran las obras iniciales de los años cuarenta, con una selección de autorretratos en lápiz o tinta sobre papel ―a destacar también el autorretrato fotográfico inédito que se incluye en el catálogo―, a la vez que una cuidada selección de sus obras de inspiración surrealista, en la línea de Miró, Klee y Max Ernst, que se corresponden al periodo de su etapa en Dau al Set. Destacan piezas como Zoom (1946) o Composición (1947).

En otro espacio, se presentan las primeras pinturas matéricas, que le valieron el reconocimiento internacional en los años cincuenta, pero en las que, indicaba Borja-Villel, aún estaba buscando su propio lenguaje. En la exposición se encuentran obras como: Pintura roja (1955) ―que no se había expuesto antes en Barcelona y que ahora ha sido adquirida por un coleccionista catalán―, Gran pintura gris número III (1955), Óvalo blanco núm. Li (1957), Puerta metálica y violín (1956) ―que es uno de sus primeros objetos-assemblage.

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Se pasa después al apogeo de sus materias, en las que aumenta el formato y comienza a introducir referencias a objetos reales, en ocasiones de manera mimética. Se presentan piezas como Pizarra (1965), Arco blanco (1961), Materia gris en forma de sombrero(1966) o Desnudo (1966) ―una impresionante obra de una mujer arrodillada fregando el suelo que causó escándalo en su época.

Es un periodo especialmente denso en el que se define gran parte de su poética, en la que el artista incorpora y asimila las nuevas corrientes.

En los setenta alcanza gran protagonismo en el aspecto político y de compromiso nacionalista, como se hace evidente en El espíritu catalán (1971), cuadro procedente de una colección madrileña y que se ha prestado excepcionalmente para la muestra, ya que para sacarlo de su ubicación habitual ha sido necesario tirar una pared.

En la segunda planta pueden verse las obras de plena madurez del artista, realizadas a partir de los años ochenta, cuando se inicia la elaboración del catálogo razonado de sus obras, y que estaba ya contabilizando unas 8.000 piezas, y también comienza el proyecto de su fundación barcelonesa, que se inauguró en 1990. Estos dos factores provocaron al artista una revisión de su propio trabajo, lo que se refleja en la recuperación de temas o técnicas utilizadas en las décadas anteriores, aunque con nueva fuerza y una potencia excepcional. Entre otras, pueden verse obras como: Pie (1991), Transfiguración (1994) o Ni identidad (2003).

Abajo tenemos una foto original de la exposición donde podemos ver en primer término Pie (1991) y en la parte de atrás la obra titulada Rèquiem (1995).

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Antoni Tàpies es un hombre paciente, pero lleva una temporada repitiéndose ante la insistencia de tantos y tantos periodistas que quieren volver a escuchar sus reflexiones. “Estoy encantado de que las imágenes fluyan y se conozcan, pero, además de ver mis cuadros, también hay que leer mis libros porque allí lo he escrito todo, y mucho de lo que ahora me preguntan está mejor explicado en estos textos”, comenta sonriente y amable.

Con la información de esta exposición os hemos comentado a lo largo de este trimestre quizás las tres mejores exposiciones que se han hecho sobre la obra de Tàpies:

Esta retrospectiva, tan extensa, de la que os hemos comentado hoy, titulada Tàpies. Retrospectiva 2004 en el MACBA de Barcelona.

La de escultura en el Guggenheim de Bilbao titulada Tàpies. Del objeto a la escultura (1964-2009).

Y Tàpies. Desde el interior, que ha compartido espacio en dos museos, la Fundació Antoni Tàpies y el MNAC de Barcelona.

Esta última ha sido la que hemos tenido la suerte de visitar este trimestre. Recibid un cordial saludo de vuestro compañero y amigo, Raúl.